MI PERRO INCONCIENTE




Concentré la mirada en tus labios que reflejaban cierto brillo: en los surcos se resbalaba una cascada de espuma. Apenas balbuceas que me sientes vacío, que me dejas en el otro lado del río para asegurarte que un mar de lágrimas nos separe. No explicas nada e irremediablemente enfrento el vaciamiento. Menuda tarea, porque mientras la introspección crece sin frenos, la maldita imagen eterna de mis sueños aumentaba en ferocidad: los perros se arrancaban los pedazos cercenando mi inconciente con eficaces dentelladas, salpicando sangre por todos lados, estampando un enorme signo de interrogación cuando despierto.

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