..... UNA MAMA POR SEGUNDOS......


Con zapatos altos de color intenso se paseaba buscándome en la esquina acordada. Nunca nos habíamos visto, nuestras vidas se cruzaban para delinquir. Usted era abogada de la Contraloría de la República. Su delito era limpiar mis papeles. Nos reconocimos. Pese a que me provocó miedo, recuerdo su prestancia. Se bajo de su auto escarabajo, fumando a las ocho de la mañana de un día lunes. Su voz ronca, intensa, denotaba cierto sonido de cabrona fumona. Luego de un intercambio de palabras señala:



- Hola mijito. Entremos al juzgado de policía local.

- Buenos días, ¡Entremos!

Nada, o todo, presagiaba un viaje maravilloso corrompiendo lo establecido, las normas. Esas que la institución- a la cual Usted pertenecía- se preocupaba de fiscalizar. Además de sus tacos, su altura inmensa que empinaba un metro ochenta de mujerona, su voz acabronada, su cigarrillo infaltable desde horas tempranas, un moño enredaba su pelo negro y una enorme nariz sobresalía que me recordaba a la faraona, Lola Flores, esa señora , intensa que cantaba desde las entrañas.

- Buenos días, dijo usted a la actuaria. Soy abogada de la Contraloría General de la República. Vengo con mi hijo por este problema (mientras le mostraba a la funcionaria mi delito impreso: “conducir en estado de ebriedad en grado indeterminado”, se leía)


Agrega con desparpajo:


- “Necesito hablar con el señor juez”


La funcionaria deja de husmear los papeles que tenía en mano con la cabeza gacha, levanta su rostro ante tamaño vozarrón. La mira a usted, algo balbucea y se levanta de su asiento, directo a una puerta que decía: Juez de Policia Local de Providencia. No pasaron ni 5 minutos cuando ya estaba de vuelta. Comunica, con voz de funcionaria subyugada:


- El señor juez no desea hablar, está muy ocupado, sin embargo, inmediatamente dictó una sentencia, ante este caso especial.

La sentencia: que me quitaban la licencia por 10 días, que debía pagar el parte, mis papeles quedarían limpios, sin embargo. Claro esto último, se leía entrelíneas.

Ni usted misma creyó la situación, juntos salimos del lugar. Ya en su auto se reía. Estábamos en confianza y a salvo. Porque sepa que no acostumbro a hacer esas cosas. Mientras, hacía de las suyas corrompiendo a la autoridad con su sola presencia imponente, su voz aputada, su callulla españolada, mis manos traspiraban, mi piel enrojecía , mis piernas tambaleaban. Ya relajados en su auto, un cigarrillo fumamos. Reímos. No lo creíamos. Llegó el momento del pago por el contrato suscrito.

- Son 40 mil, dijo usted.- con cierto desparpajo.

- Respondo: Sólo le puedo pagar 20 mil ahora, pero en un par de días, voy a su casa y le pago el resto.

En tanto le entrego una esmeralda en garantía. Una esmeralda que me prestó un ex novio cómplice. Una garantía. Usted aceptó la piedra preciosa. Casi se le salieron los ojos. A usted le gustaban las joyas seguro. Lo vi en su mirada. Juntos delinquimos. Fue maravilloso.





En su casa ....



Toco el timbre,baja la escalera, no me invita y explica que su marido es parapléjico. Tanta pena me dio, y comprendí su acto de amor. El sentido de su voz corrupta tenía una causa más que justificada. La lección era que: con una mirada, con el manejo de la energía de su cuerpo, de su voz, usted era capaz de pararse frente a alguien y conseguir lo que se propusiera. Corromper por amor. Hicimos el trueque. La esmeralda por el resto del dinero. Su mirada era triste, ahora, mucho más triste, porque nuestro delito, nuestro contrato ya estaba expirando. Vi su hermosura y con su misma voz, aunque -ahora más dulce de madre- me dijo:

- Fue un placer. Y si haces un asado, o una fiesta por favor invitame.

- Por supuesto, le dije. Fue un placer.


Nunca la llamé a usted, perdóneme por ser tan cobarde, por no escuchar su historia de amor, por no conversar de nuestros delitos en otro lugar en otro contexto, donde el significado y la comunicación habrían sido mucho más intensos, lejos de la adrenalina que usted invocaba en plena corrupción. Me encantan su zapatos altos de color intenso,-¿me los prestaría?- su nariz españolada, su voz ronca, su cigarro, su auto. Sin duda usted era, o es, un gran personaje, una mamá prestada por un día. Una ex funcionaria jubilada, viendo tele. Yo feliz siendo su hijo por un momento.