(Pamela Olate & Rodrigo Beas. Ejercicio para Taller de Novela Colectiva)



Mi más querida desgracia:


Ya no es desde la ira que te escribo. Han pasado meses desde la última vez que nos hablamos, desde que nos dijimos aquellas cosas que el tiempo no borra. Esta misiva es simplemente para pedirte algunas cosas, se podría decir, cotidianas. Quiero pedirte encarecidamente que saques tus cosas de mi departamento. En el dormitorio se te quedó un cajón lleno de gritos. Que desagrado es abrirlo y escuchar tu voz repitiendo las mismas cosas siempre. Que hasta cuando, que para qué, que por qué, que me voy, que ya no aguanto más, que quiero recuperar mi libertad… bah! En el clóset olvidaste tus largos abrigos negros, esos que usabas para cubrir y arrastrar las evidentes derrotas… ¿ahora caminas por la vida como un perdedor?
Debajo de la cama… uf! debajo de la cama está el millar de palabras que alguna vez tuvieron sentido para los dos… amor, complicidad, confianza, locura desmedida, letras, números, música, planes… esas cosas aun no me animo a barrerlas y tirarlas a la basura… si quieres puedes llevártelas, que yo, ya no las necesito, solo requiero el espacio vacio para llenarlo nuevamente con palabras que ahora comparto con otra persona.
En una bolsa, ojo, de género, no de plástico – esas dañan el medio ambiente- deje tus sábanas favoritas, unas suavecitas, las necesitarás, supongo que serán las únicas que acaricien tu piel en los momentos de soledad en que te encuentras. No olvides traer cloro y una esponja, para que limpies con especial dedicación los vómitos pasados, las falsedades que escupías sobre la especial conexión que prodigabas con respecto a tu relación con el universo…
También te pido que cuando vengas, no olvides traer, en una caja azul, mis canciones favoritas, principalmente aquella que habla sobre nosotros, en un parque sentados, yo rescatándote de tu angustiosa y profusa vida gris, y tú rescatándome de la tediosa monotonía de mis atribulados días. Por favor! No las olvides, que desde el día en que te fuiste no he podido oírlas nuevamente.
No quiero molestarte, pero cuando hacías tu maleta, vi que ponías debajo de tus copiosas lagrimas, un trozo de mi orgullo herido, las alegrías momentáneas y mis recuerdos (aquellos que necesito para poder olvidar) Te ruego que me los devuelvas.
Espero cariño, no haber olvidado nada.
Me despido, ya no con deseos incontenibles, ni con un querer inconfesable, simplemente con el amor que tiene un amo a su pequeña mascota ( ¿recuerdas lo que amo a mi perro? )
Bimba.



(Pamela Olate)




QUERIDA:

Una gran sorpresa causaste con tu misiva que más bien parecía un misil en pleno movimiento que te urgía introyectar en alguna parte de mi cuerpo.
Me alegra que practiques un poco de maldad en tus palabras, y que descargues tus rabias. Debo precisar algunas cosillas que me parecen un tanto injustas, sin embargo.
Qué agrado que cuando abras tus cajones escuches mis gritos de libertad, porque la verdad es que me agoté tanto en explicarte una y otra vez el concepto, siempre me quedé con la sensación que no lo entendías.
Y para que te quede más claro: Quiero recuperar mi libertad para liberar mi significante, mirar con agudeza lo que lo otros no ven, sublimar la diferencia, apropiándome del propio deseo. Y para hacer ese complicado ejercicio, no te necesito a mi lado, más bien, me acomoda usar mi abrigo y ocultarme de una multitud enajenada.
Mi querida, pongo en mi duda que usted esté con otra persona, porque, ayer vomité una angustia, tras un sinnúmero de sollozos que me sacudían con largas horas de lagrimas sin llanto. Fue ahí, cuando levanté la tapa del inodoro, suplicándole a diosito que me arrojara al hoyo negro para luego bajar la palanca que me llevó a un largo viaje en las cloacas, un lugar que sentí como propio. Sabes querida, cuando navegaba por los ductos te vi pasar en la dirección contraria, con una mirada invisible y un aborto fantasma en la mano. Antes, de saludarte, preferí seguir babeando angustia para desembocar en el mar.
Mi querida, no todo es malo en la vida, pero cada uno debe enfrentar sus diablos a solas y no insistir empecinadamente en hacerlos bailar una danza tétrica.
Yo tuve momentos felices contigo, que se relacionan con la energía del universo esa que hablas en tu misiva-misil, pero que pareces no comprender del todo. Recuerdas cariño cuando, amarrados a un árbol, nos hacíamos el amor, compartiendo, fundiéndonos con un entorno frondoso, mientras inventábamos a destajos juegos y reíamos. Nada importaba. ¿Recuerdas? Sólo tú y yo y nuestra construcción que nació bajo el alero de una continua reinvención de movimientos, percibiendo el mismo ruido el mismo goce, una sincronía hermosa. La voz del universo, un sonido cósmico nos recorría, colmando todos nuestros orificios hasta el infinito. Brotaban secreciones, se mezclaban conformando un cocimiento, era nuestro amor.
Así era, nuestro amor, y ya no lo es. Un beso tu perro



(Rodrigo Beas)


PARA NARCISO


Para que te quede clarito todo lo que me pasa contigo, y no mal interpretes mis palabras, ya que no me dejas decirtelo personalmente, quiero que sepas lo siguiente.


En estos ratos que me has dedicado últimamente, lo único que me hablas son palabras soeces tales como: "me voy a culiar a la Yasna", "el Antonio me llama y me lo culeo", "me dan ganas de culiarte con ese olor", " cómo tiene el poto tu amigo", etc



Este lenguaje que usas cuando estamos juntos hace mierda el sentimiento que tengo hacia ti, no es de otra cosa de la que me hablas, de tus cosas personales ni idea. Lo único que quiero es entregarte afecto , pero comprenderás que no me dan ganas de hacerlo tan abiertamente hacia alguien que lo unicó que hace es es conjungar el verbo culiar. yo culeo, tú culeas, él culea, nostros culiamos, ellos culean... Puedes seguir en lo tuyo con tus preocupaciones sobre la cama, mientras olvido el amor que siento por ti. No tengo más que agregar, borrame de la lista de tus conquistas. No quiero ser un número más ni un porcentaje que engrosa tus malabares camísticos. Al contrario, quise ser tu pareja , pero nada puedo hacer, no se le puede pedir amor a alguien que confunde afecto con culiar.



Son tus propios actos y palabras los que me llevan a esta lamentable conclusión. No digas nada porque tu respuesta me la sé de memoria y no me sirve, eso ya lo he comprobado en las innumerables ocasiones que he intentado llegar a ti.



Me hubiera encantado preguntarte tantas cosas, haberte aconsejado y deseado suerte, pero sé te olvidó darme la oportunidad. Sólo me llamaste para reclamar narcisismo al peo. Ello para mi, es un enorme síntoma: por tu corazon no pasa nada. Entonces ya no me queda nada más que decirte...


Santiago, Julio 1990

ODIO A MI PADRE/HEMBROS



Video: Marcelo Vega
Música: John Streeter
Voz y actuación: Cecilia Godoy
Textos: Eugenia Prado