LUZ DE LUNA




Sueños Bajo La Luna

(...O, soñando despierto...)

Un jefe pegándole palmadas a su secretaria, mientras ella lee una carta administrativa; el sonido de sus palabras aumenta, se detiene, dosifica el volumen, en plena armonía con las golpizas. Un orgasmo punzante y sabroso. Ambos subliman, chorrean miasmas placenteros por sus orificios que sólo una desinhibida libido puede provocar.

Secretaria: Va al baño y se mira las nalgas. Hematomas se asoman bosiferando un dolor excitante. Su lengua recorre sus labios, remojando sequedades anteriores. Vuelve al lugar, a la oficina del Jefe. Abre la puerta. ¿Necesita algo más?

El Jefe: ¡Srta. Heeler, muy buena su carta! Eso es todo. Se va.

Secretaria: Se va también. Se siente liberada. En medio de un puente, arroja su máquina de escribir. Una música apela a la libertad del acto, se escucha cada vez más fuerte, y justo cuando ella lanza el artefacto, el volumen alcanza el máximo permitido. En tanto ella, fija la mirada en la máquina de escribir que se pierde en las profundidades de un río cualquiera. Sus ojos ahora en posición horizontal denotan cierta alegría. A lo lejos, el ruido de la ciudad, las luces comienzan a encenderse, todo empieza a funcionar de otra manera. Ya son las siete de la tarde de un día laboral.

Al otro día...
El Jefe: Como un perro baboso, arrastrando sus extremidades lleva en su hocico una carta en blanco, para que ella la escriba. Se reanuda el juego erótico anterior. Mientras ella escribe, y su estomago sobre el escritorio, el penetra la tinta, para que ella imprima lo que él dicta.

Secretaria: Lo mira de reojo insolentemente, se toma su tiempo, y fija la mirada en sus ojos. Domina la situación por un instante. Dueña de ese tiempo coquetea a destajos, parpadeando intermitentemente, deseándolo, provocando a sus anchas.

En su casa (la de ella)

Sobre la cama se masturba atrevidamente, con movimientos precisos, intensos, dosificados, certeramente ardorosos, pletóricos de jugos exquisitos que se desprendían de esa cavidad secretaril. Consigue un orgasmo interminable. El despertador suena. 6 am. Despierta exaltada, vaporosa. Mira las ranuras del techo, la madera dibuja un mapa graficando explicaciones que antes nunca había comprendido. Se calma y retoma el sueño. Aparece un texto inconsciente.

Sueño 1 “que está frente a su jefe, que le entrega como siempre una carta de contenido administrativo. Ella desliza su lengua empapando con sus labios el borde del sobre, la saliva se mezcla con la goma. Un olor agradable. Toma la carta y la mete en el sobre”

Sueño 2 “que está frente al espejo - sola nuevamente- pero ahora practica nuevos autogolpes cercenando su piel. Jirones de sus propios cueros se le pegan en las manos. La sangre actúa como pegamento, lo adhiere todo. Eso no la asusta. Y se masturba aun con más fuerza, introduciendo el contenido en su vagina. Más golpes sobre su (mas)CULINIDAD. Golpea como un hombre lo haría, auto infiriéndose nuevas marcas.

Sueño 3 A lo lejos una música: Prisilla La Reina del Desierto. Otra versión eso si, cantada por un hombre.

“Ella y él, la secretaria y el jefe, hacen el amor. Ella lanza unos gemidos de las entrañas, era exquisito. Él, con cierto desconcierto, se siente un jefe-emperador-subyugado, rindiéndole pleitesía a una secretaria- emperatriz-dominante. Por ese instante, ella vuelve a dominar la situación. Era sólo un sueño.

LA PROPIA CONSTRUCCIÓN BAJO LA LUNA

Los espacios determinan el comportamiento humano. En la oficina él ejerce el poder; en su casa, ella, es la dueña de sus sueños sublimándolo todo atrevidamente superando con creces las expectativas, aportando un interaccionismo mucho más potente, ante un macho baboso, una rata asquerosa de la peor especie del tipo emperador subyugado. Sin embargo, su dominio limita con lo masculino, satisface desde ese lugar finalmente.

Tomo el control remoto. Me aburro de la secretaria. La hago desaparecer. Acciono el botón. Power off. Miro la ventana, la luna está muy cerca, más cerca que nunca, qué extraño, si hasta hace poco había una niebla intensa, recuerdo. Nada presagiaba que ella, la luna, proyectaría en la pantalla con su luz mi propia imagen
.

YO: Tomo el papel confort y dejo el control remoto de lado en el velador. Me masturbo, mientras recuerdo que te vi con ella. Era la primera vez que nos encontrábamos los tres. Ella no sabe nada, nunca lo sabrá por supuesto. Me dio pena su cara de amargura. Tu ego asqueroso, tu maldito narcisismo que le refriegas en la cara. Seguro. Qué duda cabe. Era la causa de rostro de perra sin dueño. La imagen me lo muestra tan claramente. No puedo acabar. Me da asco recordarlo. Suelto el confort.
CAMINADO LOS DOS POR LA CALLE...
Yo: Me das miedo, te deseo, me cuesta decírtelo.

TU: Acusas recibo e intentas besarme sin pudores. No pudiste hacer otra cosa. No hablas, sólo actúas como un animal, incapaz de verbalizar lo que te pasa. Te comunicas con los gestos, como un autista, en contextos equivocados. Me hago el leso, me pongo una venda en los ojos.
YO: Ahora en la pantalla no te niego cariño. No te niego ese beso. Estábamos borrachos. Retrocedo el tiempo. No quiero pestañear esta vez. Hagámonos aquello que tanto deseamos, ¿serías capaz cariño, hacerlo ahí en la calle?


(soliloquio)

Hoy supe tu apellido. La vi a ella. Supe otras cosas sin mayor importancia, eran juicios de otros sobre ti, no le doy trascendencia a ello, quiero averiguarlo yo mismo. Sólo quiero que hagamos aquello que tengamos que hacer: chuparnos descaradamente, poner en común nuestros labios. No puedo dejar de recordarlo a él, mi novio, a tu amigo, a mi prometido, me confundo, me confundes, ustedes me confunden, por qué me hacen esto. A veces pienso que le haces lo mismo a él, y mantienen un texto sin contexto. Tal como lo haces con ella y conmigo.
Lo recuerdo, a él, no puedo evitarlo, me propone orinarme, y sabes, me pareció un acto exquisito, una mixtura seductora. Pronto lo haré con él. Querido: prometo acordarme de ti, cuando él me rocié con su líquido. Será un placer, inolvidable perfectamente calculado.”


LA TELEVISIÓN:POWER ON
(o, LA DESPEDIDA)

De cuando el jefe apela al articulo nº 61 de la ley del trabajo, cuya causal es “ necesidad del emperador”. No hay mayor explicación, sólo la necesidad del emperador.

El Jefe: ¡Vallase, Srta. Heleer, usted está despedida! No se preocupe, daré buenas recomendaciones.

La Secretaria: Sólo lo mira. No dice nada. Sigue mirando.

El Jefe: ¡Get out!, vocifera con un perfecto inglés.
FLASHBACK

Un racconto de imágenes, mientras ella cuenta nuevas experiencias sexuales para olvidar; no puedo retenerlo todo, va muy rápido, sólo recuerdo una imagen: un tipo pregunta si la puede orinar. Recordé la propuesta, me decido por tu amigo, mi novio. Ya no hay duda, lo haré. Repito: te evocaré querido, no lo dudes, en pleno acto. Deseo su orina. Cariño, lo prometo, te recordaré en el clímax. Lo juro. La secretaria y mi realidad coinciden. Una exquisita casualidad, un síntoma a evaluar. Tomar la decisión. La claridad de la luna fundió las pulsiones de la película y las mías, conformando una mixtura compacta.. El despertador de tu amigo, mi novio, sonó a las seis y media am, como siempre. Me levanto al baño, no pude seguir durmiendo, paso por tu habitación. Estás con ella pensé. Seguí de largo. Todas las imágenes se mezclan en la pantalla.

LOS FINALES SE MEZCLAN.
(8 MESES DESPUES)
(la luna sigue allá afuera)
La secretaria: Con un vestido de novia se presenta en la oficina de su ex jefe. Están solos. Ella y él. Reinciden en la perversidad intermitente placentera. Escriben las cartas pendientes.

Un compañero, de trabajo de ella irrumpe en la escena. El Jefe se esconde. Ella figuraba sentada en el escritorio de él. El lamía su cavidad.

Peter: Por qué gozas, pareciera que te hacen el amor.

La secretaria: ¡estas despedido maldito perro baboso, deja de chuparme las medias!

Lo que quiero
(lo veo en la pantalla de la televisión)
Perdóname, pero quiero que él me mee, mientras pienso en ti. Serás un amor platónico. Sé que lo entenderás. Un vil amor platónico. Nada más. ¿No es cierto que sería delicioso verbalizarlo todo, justo cuando tú me lo haces, presionando distintos chorros sobre mi cuerpo, te atreverías? En un lugar muy lejano. Disfrutando. Sin televisión. Es mi momento. Dueño de la situación. Sólo un instante. Dominándolo todo; manejando certeros pasos

Tu y Yo: Amarrados a un árbol, haciéndonos el amor, compartiendo y fundiéndonos con un entorno frondoso. Juntos inventábamos a destajos juegos, reíamos. Nada importaba. Sólo tu y yo y nuestra construcción que nació bajo el alero de una continua reinvención de movimientos, percibiendo el mismo ruido el mismo goce, una sincronía hermosa. La voz del universo, un sonido cósmico nos recorría, colmando todos nuestros orificios hasta el infinito. Brotaban secreciones, se mezclaban conformando un cocimiento, era nuestro amor.

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